La gran suerte de trabajar en una escuela es que, día a día presencias el
proceso de otros seres humanos. Estas líneas son un enorme homenaje y
reconocimiento a todos los alumnos que han pasado, pasan y pasarán por
Eivida. En todos ell@s me veo, soy cada uno de ellos y de ellas.

Soy el que se sienta muy serio el primer día con su cuadernico preparao y su carita de “ voy a aplicarme de verdad, voy a aprovechar cada segundo de tiempo en este templo de sabiduría” .

Soy el que trata de caer bien a todos y a todas y el que pasa tres pueblos de la existencia de otros seres humanos.

Soy el que antes de venir de la península o de otros países he mandado unos 15 mails preguntando cosas tan variopintas como…. “ ¿ hay comida
vegetariana en Ibiza ?’’

También soy el que pregunta : “ ¿ Hay más hombres en el curso ?” , harto de
encontrarse sólo mujeres en cada curso al que va.

Me encanta reconocerme en el alumno o la alumna cuyo entrecejo va a
implotar de tanto fruncirse intentando entender lo imposible de entender con la cabeza: la intuición .

Me conmueven los alumnos jóvenes, por sus ganas de aprender y su
entusiasmo en cada cosa nueva, pero me tocan también profundamente los
alumnos más viejos, porque hace falta mucho valor para mirar tu vida y decidir poner patas arriba todas tus creencias, todos tus paradigmas. Ver ese amor intenso por la vida me hace seguir creyendo en el ser humano.

Para emprender un proceso como este, hace falta valor, humor y dosis de
locura. De eso nos sobra. Hace falta humildad y orgullo a partes iguales.
Humildad para aceptar que, en el fondo lo sé todo, porque sé muy poco y
orgullo para reconocer y defender tu sabiduría única, tu conocimiento
indispensable y genuino.

Creo profundamente en las ventajas de ser una escuela, de optar , no por
cursos sueltos, sino por un proceso gradual que va sosteniendo y cimentando la independencia del alumno. Ese es el sentido de una escuela.

Una base que siempre está. Un lugar para apoyar. Como dice mi querida amiga y dire de la escuelita, Hettie, una colmena de la que salen y entran abejas. Puedes irte durante años y siempre puedes volver. El proceso lo haces tú. La escuela es sólo un referente, la gasolinera donde repostar. El lugar donde hay un lenguaje común.

Busco el origen etimológico de la palabra “ escuela” y alucino. Es curioso
descubrir que el término original de la palabra griega “skhole” significaba
tranquilidad, tiempo libre y que luego derivó en “lo que se hace durante el
tiempo libre” y, más concretamente, “lo que merece la pena hacerse”. Esto, en tiempos de los griegos, en cuyo Templo de Apolo en Delfos estaba escrito “conócete a ti mismo”. Sí , lo que merece la pena hacerse, lo que da
tranquilidad es conocerte a tí mismo. Fue más tarde, con Platón y Aristóteles cuando derivó en estudio y, por lo tanto en lo que se hace en oposición al juego.

Quedémonos con el origen. Aprender sobre tí es el ocio, es el juego.

Descubro a Sócrates. Dice la leyenda que cuando su padre consultó al oráculo antes de que él naciera, como era la costumbre, la pitonisa le dijo que dejara crecer a su hijo a su aire, sin oponerse a su voluntad y a sus impulsos.(¡¿ educación libre ya en Grecia ? ¡ ay, que no hemos inventao nadaaaa ¡)
Bueno, ya sabéis que como cuentacuentos que soy, este es un tema peliagudo para mí, porque a veces lo entendemos como que si al niño le apetece patear y morder al pobre actor que está trabajando, hay que dejar que se exprese.Yo me apunto si hay igualdad de condiciones, pero si yo no puedo defenderme, por fi, papis, enseñadle otra manera de expresarse ( me gustaría morir de viejecita ).

Volvamos a Sócrates. Toda su vida se caracterizó por su inconformismo y por negarse a aceptar el conocimiento de los que se nombraban sabios. Su mejor arma fue su humor ácido y cuando un buen amigo suyo consultó de nuevo al oráculo de Delfos sobre quién era el hombre más sabio de Grecia y el oráculo le contestó que Sócrates, éste dudó del propio oráculo y se puso a buscar a alguien más sabio que él. Cuando se encontró con que los sabios no lo eran tanto como decían, lejos de creerse él el más listo, acuñó su hermosa frase “ sólo sé que no sé nada “ y empezó a tratar de hacer pensar a la gente y a mostrarles que cada uno tenía un conocimiento real de las cosas, el suyo propio. Enseñaba haciendo preguntas y poniendo en evidencia la incongruencia de las respuestas. Su madre era comadrona y él comparaba su trabajo con el de su madre: a través de preguntas, hacía al alumno “ parir” el conocimiento que ya tenía dentro.

Usaba lo que se llamó “ ironía Socrática” . La coña. La guasa. La retranca.

Una escuela es el lugar de las preguntas y las mil respuestas. El lugar del cuestionamiento, el lugar para no saber. El lugar donde voy a jugar y a divertirme.

El sitio donde hago lo que merece la pena hacerse…Conocerme .
El paritorio donde me alumbro a mí mismo.